LOS QUE MURIERON EN EL INTENTO
Son más de 200 los cadáveres que rodean el pico más alto del mundo, el Everest. Son escaladores que se aventuraron a llegar a la cima, y que por una causa u otra, perecieron en el camino, quedando allí para siempre.
Para atacar la cumbre del Everest hay numerosas vías abiertas. Todas ellas tienen una cosa en común; a partir de los 8.000 metros hay que atravesar la llamada “zona muerta”. En la cima la media es de -36ºC aunque puede llegar a los -60ºC. Las temperaturas más cálidas rondan los -19ºC en Julio.
Para llegar a lo más alto, se sale a medíanoche del campamento 4 y se tarda entre 10 y 12 horas en ascender los 1000 metros restantes, considerándose las dos de la tarde como última hora segura para hacer cumbre. Si se llega más tarde, se corre el riesgo de perecer al frío de la noche o caer por la ladera al descender.
Los últimos 850 metros de escalada constituyen la llamada “zona de la muerte”, una región donde la aclimatación es imposible. El oxigeno no se puede reemplazar tan rápido como se consume y si no se utiliza bombona de oxigeno, el cuerpo se va degradando lentamente hasta un punto de no retorno.
Desde que se accede a la zona de la muerte, el escalador está poniendo su vida en serio peligro, de forma que si se viene abajo por el mal de altura, congelaciones, roturas… y no puede moverse por si mismo, es casi imposible efectuar ningún rescate.
Si un individuo se va al suelo y no es capaz de volver a levantarse como para salir por su propio pie, es imposible que un grupo de escaladores lo arrastre hasta sacarlo fuera de la zona muerta. Hay que tener en cuenta que a esa altura, por cada paso que se da, un montañero experimentado puede necesitar realizar tres respiraciones, el corazón se acelera incluso en reposo para suministrar oxigeno con más frecuencia debido a su escasez.
Tampoco hay helicópteros de rescate porque los helicópteros comunes no pueden ascender a tanta altitud.
Sobre estas líneas, restos de un helicóptero que se precipitó en 2003 cuando trataba de aterrizar en el campamento base. Dos de sus 9 ocupantes murieron.
LOS CADÁVERES DEL MONTE EVEREST
Hasta el dia de hoy, hay cerca de 200 cadáveres en el Monte Everest, 150 nunca se han encontrado y los accesos a la cima están plagados de cadáveres visibles (más de 40) que han quedado en el punto exacto donde cayeron, por lo que los escaladores que suben, van sorteando cuerpos, que han empezado a bautizar con nombres porque los usan como puntos de referencia en su ascensión.
Si el riesgo que supone intentar mover a un enfermo en la zona muerta hace que sea una tarea inviable, mover un cadáver es algo que casi nadie se plantea.
Cuando alguien fallece, su cuerpo queda en el mismo punto donde cayó y cuando se enfría, se congela petrificándose con el gesto y postura exacta que tenía cuando murió. Si estaba sentado, se queda allí mismo sentado. Este fue el caso de Peter Boardman, que desapareció en 1982 intentando la complicada ruta nor-noroeste. Fue encontrado 10 años después sentado, como si estuviera durmiendo.
Peter Boardman
Quedo sentado para siempre en el hielo, con los ojos abiertos. Durante años, quienes tomaban la ruta sur se topaban necesariamente con él. Dos nepalies trataron de rescatar el cuerpo y murieron en el intento. Finalmente, los vientos arrastraron los restos ladera abajo.
«El Saludador.»
El más famoso y uno de los primeros que se ve es “el saludador”. Le apodaron así porque el cadáver quedó petrificado con un gesto de saludar con los brazos. Se encuentra allí desde el año 1997.
Tsewang Paljor El Botas Verdes»
El segundo cuerpo más famoso es el de “botas verdes”, llamado así por el vistoso color fosforescente del calzado que llevaba. “Botas verdes” era Tsewang Paljor, un escalador indio que pereció por el frio el 11 de Mayo de 1996.
Paljor ascendía junto a otros compañeros a 450 metros de la cumbre cuándo fueron sorprendidos por una fuerte ventisca. Seis miembros del equipo decidieron abortar mientras que Paljor siguió adelante con dos compañeros. Ese día la tormenta se llevó su vida y la de otras siete personas.
Su cuerpo fue encontrado después postrado en la llamada “cueva de roca”. Sus restos se hicieron famosos porque todo el mundo que accede por la ruta sur, tenía que pasar al lado de él a menos de un metro, casi apartándose para sortearlo, siguiendo las cuerdas que se ven en la foto.
David Sharp
Al lado de botas verdes quedó David Sharp, el caso que más escándalo e indignación ha causado entre la comunidad alpinista.
El 15 de Mayo del 2006 realizaba su tercer ataque a la cumbre. Había pagado sólo 6.200$ por viajar con Asian Trekking hasta el campamento base y desde allí había lanzado varias acometidas en solitario, sin oxigeno, sin sherpa, sin guía, sin radio, sin medicamentos o ningún otro soporte vital.
Es decir, que subía con lo puesto, a lo mejor con la intención de batir algún record. No se sabe si logró hacer una cima tardía pasadas las cuatro o no, el caso es que en su descenso, a última hora de la tarde, se vino abajo y se sentó al lado de el cadáver de botas verdes para intentar recobrarse.
Los malos augurios de estar sentado al lado de un cadáver debieron de ser tremendos ya que como se desvelaría después, en todo momento era plenamente consciente de que estaba agonizando lentamente y que iba a acabar como él mientras otros escaladores pasaban por delante sin siquiera detenerse para prestarle asistencia.
Por delante de David Sharp llegaron a pasar de largo decenas de escaladores de una expedición comercial sin pararse. A la una de la mañana, se encontró con una expedición liderada por Mark Inglis, un especialista en alta montaña que había perdido las dos piernas por congelación en 1982 y que ahora subia el Everest con prótesis metálicas.
Sharp todavía respiraba e Inglis pidió instrucciones por radio a su director en el campamento base, que le ordenó continuar hacia la cumbre y en todo caso, prestarle ayuda al descender. Este hecho es uno de los más criticados del Everest, la política que siguen los escaladores en la que sólo priman los intereses comerciales o de equipo. Si un cliente contrata a un guía y unos sherpas para subir, está pagando por hacer cima y no por rescatar a terceras personas.
Nueve horas después, el guía Jamie McGuinness y el Sherpa Dawa, tras hacer cumbre, intentaron levantar a David Sharp severamente dañado por las congelaciones dándole oxígeno pero como no lo consiguieron, se vieron obligados a abandonarlo. Los miembros de la expedición llevaban cámaras en sus cascos, recogiendo en vídeo una breve conversación con Sharp antes de morir que decía :
«Mi nombre es David Sharp y estoy con Asian Trekking, tengo mucho sueño»
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, las muertes que se producen en el Everest no son necesariamente rápidas, todo depende de las circunstancias que envuelvan cada caso. La mayoría de las tentativas se realizan cuando el tiempo es favorable y los escaladores suben protegidos contra el frio, por lo que salvo en los casos en los que las condiciones meteorológicas cambian bruscamente, los escaladores se enfrentan a una larga agonía por falta de oxigeno y lenta congelación que puede durar varios días.
En los casos en los que la temperatura desciende bruscamente, la muerte por hipotermia puede venir en cuestión de pocas horas.
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Fuente: cumbres2000.com